Podría o mejor dicho fui uno de esos niños de los que ahora elegantemente les conocen como niños con trastornos de atención, (osea una bala perdida), rompí medidores de energía, cristales, volé pelotas y hasta, una vez, choqué un carro, pero lo que nunca falló fue el saludos correcto a mis vecinos, cuidadito cometiera una falta de educación con ellos porque me iba como en feria.
La calle en donde viví por alrededor de 25 años era singular, debido a la mala distribución en el crecimiento de la ciudad quedamos entre dos avenidas sin salida directa, osea prácticamente privada, debido a eso no era transitada, ideal para hijos, padres y una que otra mascota.
Según tengo memoria todos eran muy buenos vecinos, y todos se preocupaban por todos, como dice mi mamá: “los vecinos son tu familia más cercana”. Si cierro los ojos, puedo verme caminando y diciendo buenos días doña flor, buenos días doña Amelia, buenos días doña Luz, y les juro que escucho las voces de mis vecinos y mis amigos.
No sé si sólo a mí me pasa, pero no pienso mucho en la muerte, hasta que me pasa cerca y desafortunadamente he dejado de ver algunas de estas personas que nos vieron crecer, que de uno que otro apuro nos salvó y se comportó como una verdadera familia.
Mis más sinceros pésames a todos los que perdieron, o más bien dicho perdimos a uno de esos seres tan queridos, ahora y antes; decirles que comparto su dolor y sobre todo que estoy con ellos…
Que no los concibo lejos de mi y que siguen, aunque no físicamente sí, en pensamiento diario…
Tengo en la mente todo lo que me decían... y que mejor forma de tener presente a las personas que aún lejos sigues amando y queriendo…
Buenos días don Daniel…. –buenos días Cavazos-
Disculpe doña Evita…. –a la otra no les devuelvo la pelota-
Buenos días doña luz…… -buenos días hijito, ¿cómo está tu mamá?-
Buen día doña Amelia….. –buenos días, ¿cómo está la nena?-
Nos vemos luego….