Creo que apenas teníamos 15 días de novios con la niña que se convertiría en mi esposa (o sea mi cochi feroz), ella en esos sagrados tiempos, estudiante de medicina y su servilleta intento de estudiante de ingeniería civil, nos veíamos como mozuelos enamorados todos los días, salvo los días en los cuales se iba a su pueblo bicicletero.
Vivía en un depa que no estaba lejos de mi casa por lo que antes de irme a la universidad y depues de ella pasaba a verla, con su respectiva rosa, pocas veces comprada, muchas veces fiadas y una que otra vez robada.
Fue un 27 de octubre de 1999 una fecha que difícilmente borrare de mi mente, aunque me someta a terapia psicológica, psiquiátrica o psíquica, debido a lo que les narrare en las siguientes líneas.
Fue el día en que una de las inquilinas, amiga de mi novia cumplió años y toda la viejada, con perdón de la palabra, pero más adelante me darán la razón, prepararon una fiesta sorpresa (creo que era mero pretexto ya que ese departamento tenia fiestas cada viernes), la cual como plato fuerte como llevarle unos bailarines exóticos para dar espectáculo.
Pero a la hora de la hora no se pudo concretar y las dejaron plantadas, así que a falta de vino, pues agua. Y fue así como recurrieron a hablarnos a dos amigos y a su servidor, sirviéramos de show improvisado, lo cual aceptamos sin pensar en las consecuencias.
Estaba todo listo, se juntaron alrededor de 25 mujeres en un cuarto, y nosotros entramos con la canción de moda de los back street boys.
Todo empezó bien, pero el alcohol ya había hecho mella en todas las chicas, así que nuestros escuálidos cuerpos de esa época, fueron sensación y bajo los gritos ensordecedores empezamos con el show, todo bien hasta que nos quitamos la playera tal y como lo ensayamos 15 minutos antes, cuando de repente al estar cerca de la cumpleañera todo se salió de control…
No se ni como fue pero en menos de 15 segundos, tenia encima a dos señoritas las cuales me habían quitado el pantalón y mi bóxer. Yo tal cual estatuilla de Miguel Ángel reaccione tapándome enfrente a lo que la marabunta asesina contestaba con una que otra nalgada, pude alcanzar ver a mi novia tapándose la cara en actitud de pena ajena.
Salí a base de fuerza con el saldo de un cierre de pantalón roto, el bóxer perdido, y una de las peores vergüenzas de mi vida…
Asi que cuidado de quedar bien con una novia. Porque las consecuencias pueden ser fatales…
Nos vemos luego.
Pdta.
Creo que desde ese día, mi cochi feroz dijo “este es mío” jajajajajaja.