Corría el año del ´87 las cosas,
preocupaciones y ocupaciones de un estudiante de 4 año de primaria eran
distintas a las actuales, independientemente de los pros y contras de la
tecnología de ahora, eran muy buenas épocas (aplica para todas las infancias),
teníamos más tiempo para nosotros.
Estudié en la escuela de la
esquina de mi casa, una escuela de dos salones por año, con muchos árboles, una
cocina, dos baños, una bodega (por supuesto que maldita o poseída, donde nadie
se llegaba a parar), una cancha de basquetbol que también funcionaba como campo
de fut, lugar de kermeses, y una o dos veces por año funciones de cine en las
tardes.
Tuve la fortuna, aunque mis
patillas y mis orejas no piensen lo mismo, de tener un profesor de carpintería,
el cual en cada fin de mes te calificaba con un trabajo. Había de todo,
compañeros que llegaban a realizar sendos trabajos dignos de admiración para la
edad y pericia que teníamos.
Y otros como yo, que nada mas
golpeaban el martillo en la mesa y cambiaban los desayunos por trabajos ya
hechos.
El profesor ya me tenía en la
mira, y me obligo a entregar un trabajocon el sudor de mi frente. Las opciones eran pocas, una
canasta para frutas, un toallero, una mesita, o el “fácil” servilletero de
manzana.
Sin pensarlo me fui por el lado cómodo
y opté por ese servilletero de manzanita, pequeño e inofensivo, señalándolo con
el dedo índice le dije al profe Gordillo cual sería el trabajo a calificar para ese mes, y en ese
momento el maestro esbozo una sonrisa de lado, sabiendo a lo que me enfrentaría.
Me dio una caladora (herramienta
para cortar) y un pedazo de hoja de triplay, para elaborar la dichosa manzana de la
discordia.
Dibujar la manzana fue muy fácil,
tenía una figura que me servía de guía, viene lo complicado, cortarlo, no les diré
cuantas veces falle y eche a perder el material, pero recibí mas reglazos y jalones de
patilla que en todos los demás años escolares juntos.
Al fin después de tantos
intentos, logre finalizar el servilletero, con dos clavos en cada lado y pintura de rojo.
Al siguiente día nos toco ir a
sancristobal, a casa de los abuelos, y lleve el trofeo (mal cortado, mal
pintado, y mal ensamblado) y se los regalé.
Pasaron los años y hasta ahora
haciendo uso de la memoria puedo ver siempre esa manzana en la mesa de los
abuelos, siempre ahí, y cuando el uso propio de la manzana la hizo candidata al
bote de basura, la cambiaron a una vitrina en donde tenían los platos que solo
se usaban en ocasiones especiales si no es que nunca.
Jamás les di las gracias a los abuelitos por haber conservado el 8 de calificación en carpintería.
Nos vemos luego.
Pdt.
Curiosamente tengo en la mesa un réplica de esa manzana en mi casa, regalo de un dia del padre de mi nena cuando estaba en el kinder, no espero que me de las gracias por conservarla, mas creo que pagare mi olvido con los viejitos, teniendo que guardar por mucho tiempo.