En una de esas vacaciones en las que me mandaban a San Cristóbal de Las Casas, tuve la fortuna de conocer a uno de esos amigos con el que te la pasabas toooodo el verano; en ese entonces el buen Luisito vivía a pocas cuadras de la casa de mis abuelos.
Nada más terminaba de desayunar, me alistaba mega rápido y me iba a su casa, que por cierto tenía un jardín enooorme, con muchos árboles, entre los que figuraba un árbol de ciruela. Resulta que un día tuve la brillante idea de treparlo para comer algunos frutos, justo cuando salió la mamá de mi amigo diciendo, tengan cuidado no se vayan a caer y no coman muchas ciruelas…
De mozuelo, uno cree conocer el mundo y sus consecuencias, pero no es así y te das cuenta de una manera u otra, generalmente no muy agradable.
Evitando los consejos comimos muchos frutos del noble árbol Prunus domestica o como más tarde recordaría como PINCHE ARBOL DE CIRULEA, y después de un buen rato de juegos me empezó a dar retorcijones en la panza, a lo que decidí regresarme a la casa.
Luisito mi amigo me acompañó preocupado por el dolor que tenía y resulta que a no más de dos cuadras de la casa de mis abuelos, conocí el poder laxante de la ciruela, pensando podría caminar esas dos cuadras me armé de valor, pero mi cuerpo se comenzó a desestabilizar, sudor frío, escalofríos de brazos hasta la cabeza, en fin, cada que la distancia se acortaba, parecía directamente proporcional con las ganas de ir al baño.
No soporte más y a una cuadra y media, en lo que creo que es la calle más transitada de ese pueblo, opté por bajarme el short y taparme la cara. Solo pude ver a mi amigo agarrándose el estómago con las manos de la risa que le provocaba.
No todo es malo también descubrí que la vergüenza es una buena medicina contra la diarrea, ya que no puede hacer nada. =(
Nos vemos luego…
Posdata.
Mi amigo Luisito ahora es un gran doctor, espero algún día poder verlo de nuevo y ver si todavía existe ese árbol de ciruela… un gran saludo si puede leer esto.