Tenía unos tenis fantásticos de agujetas, lengüeta larga, color negro y esas primeras suelas que chillaban al arrastrarlos, los cuales me dieron además de comodidad muchas satisfacciones ya que los consideraba de buena suerte y llegué a pensar que con éstos, su servilleta corría mucho más rápido y por mucho más tiempo, ahora entiendo que no eran ellos los que me hacían correr y aunque parezca raro decirlo el plus era lo que me hacían sentir.
El uso que le di mañana, tarde y noche (según mi mamá me dormía con ellos) hizo que la vida de éstos fuera un tanto corta, así que llegó el tiempo en el que dejaron de ser cómodos, bonitos y dejaron de ser fantásticos.
Un sábado que me levanté, busqué debajo de la cama en donde solía ponerlos, pero no los vi, sin mi consentimiento mis padres los habían tirado la noche anterior, a lo que surgió un reclamo airado de mi parte, “¿por qué los tiraste, si con ellos corro muy rápido”, a lo que me contestó: “mira Eloy, ya no servían te voy a comprar otros que sean mejores”.
Llorando y no por quedarme sin jugar tooooda la mañana (cabe mencionar que para uno de mozuelo el día dura infinidad) si no por mis tenis fantásticos, subí a mi cuarto y me quedé encerrado.
Llegó la tarde tocaron la puerta y me llevaron a comprar otros tenis, y cuál fue la sorpresa, que fueron ciertas la palabras de mis papás, los nuevos tenían mucha más magia….
Muchas veces nos encariñamos o enamoramos de cosas y no nos damos cuenta que hay muchas mejores…
Mi estimado Lic. esto no significa que un clavo saca a otro clavo, pero si es cierto que cuando un tenis no es cómodo hay que cambiarlo porque te pueden sacar ampollas, que además de dolorosas te pueden lastimar. Así que ya no busque esos tenis debajo de la cama.
Nos vemos luego.
Posdata… yo conozco donde venden unos tenis de poca madre….Ánimo y pa’ delante….
